Me muevo por instinto en una ciudad desconocida. Me pisan los talones. El ardor de no pertenecer al sitio de lo detestable. Desde arriba: la señal aleatoria del sí se puede. Que salís adelante solita, que mejor es la cortesía de la casa, que mejor es duplicarse. Mirar enfocándose en el entrecejo del otro, pero concentrados en su nuca: receta de la abuela, la reina de primavera en años en que las misses no existían.
Cuánto cóctel explosivo en tu meridiano y vos sin pajita!
/Anna/