sábado, 30 de julio de 2011



Llovía
los perros no advertían mi presencia allí

Las escaleras de lluvia se hicieron para eso, me dijiste
para acercarse al borde en donde todo deja de fluir

Y te topaste con mi cara
el cielo violeta
nosotros enmudecidos
viendo llover sin ver
deseando ser aquellos que nunca pero jamás
dudarían de la lluvia

Por si acaso te besé en la boca
tomé tu mano bajo esa misma escalera
como la primera vez
en que el miedo era cómplice del momento
y vos reparabas en el violeta
que nos salvaba del mundo


/Anna/