miércoles, 27 de agosto de 2008
Será por eso / Cuarto de siglo
Porque la piel no es igual que hace 10 años. La inocencia, las intenciones, las angustias ya saben de escondrijos. Subir escaleras, salir dos noches de corrido, seguir de largo, sin dormir, como si nada: cosas que se vuelven pesadas. Las heridas duelen el doble, aparece la satisfacción del 'hasta acá llegué', el quiero vale 4 y el para-siempre.
Ahora sabés que un 'puede ser' es un sí, que un 'estamos en contacto' puede significar un año, 2 meses, o un jamás. Los kilos se instalaron en su lugar, los besos duran más, las esperas se volvieron soportablemente previsibles. La miopía sigue in crescendo, el ansia también. La ingenuidad intacta casi, quiso irse pero no la dejaste. Inventar la complicidad, los juegos de lengua, el hacer el amor con los ojos. Copas, velas, zapatos, un sólo perfume, una sola canción repetida en donde antes habían miles.
El gimnasio que no lo encarás. Y el chocolate y el vino, más fieles cada vez. El buscarle la vuelta a la llave cuando no funciona, y te das cuenta que vivís sola de golpe. Llamar al vecino para que te mate esa araña que quiebra tu paz. LLegás y saludás a tu heladera con una reverencia. Enredarte en la frazada pensando en amaneceres pasados no te deja dormir cada tanto. Despertarte y pensar en las cuentas que llegan.
Ellos se quieren ir sin saludarte, se quieren quedar a vivir, te dicen 'me puedo bañar acá'. La vecina se asoma a ver qué hacés. Llega tu madre y pone la casa dada vuelta en medio segundo. Dice que no lavás (lo cual no es novedad, pero ahora sólo lo escuchás una vez por mes).
Mezcla de mezclas, de mezclitas. El autodefinido te autodefine y no te asume. Desperdigadas las ausencias, las muletillas, las manías. Te sostenés en el aire de tu tiempo, los deslices a la orden del estar ahí.
/Anna/
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