miércoles, 19 de diciembre de 2007

Diciembre



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Lo mejor del día de hoy fue que me tocaron chocolates en el juego del amigo invisible!
La peor parte fue la oratoria-saludadora obligada por las fechas de fin de año, fin de cursos, fin del trabajo, agradecimientos, etc.
Con lo que detesto el hablar en público. Mi corazón se acelera, me tiemblan las piernas, los ojos se nublan (“las paredes avanzan hacia ti”), la saliva se acumula, y la voz hace lo que quiere; sale una voz que no es mi voz, palabras incómodas, breves, por suerte. El suplicio termina rápido, y luego, simplemente no puedo parar de hablar (qué raro).
El día había comenzado con un sueño extraño. Soñé que venían unos tipos a mi casa, a mi cuarto, y le ponían etiquetas con los nombres a cada objeto. Me explicaban el nombre de cada cosa, y por lo visto cada mañana hacían la misma ceremonia de etiquetar, nombrar y cambiar de nombre a cada adorno, ropa o jaboncito. Me hizo acordar a la película "1984" (capaz el sueño fue por haberla visto pocas horas antes de dormir). Me impresionó muchísimo, ya me había pasado con el libro. Me había olvidado lo que es la sensación de ser observada, controlada, y de que cada cosa que digas o pienses pueda ser cambiada, usada, condenarte, liberarte. Como en el trabajo de Winston, en la redacción, cuando tapaba las fotos, cambiaba los hechos, agregaba palabras y suprimía otras. Las tiras de papel colocadas sobre un rostro o palabra ponele que podrían ser las etiquetas sobre mis objetos personales. Las dos quieren renombrar lo nombrado, adjudicarle arbitrariamente formas nuevas a las palabras, delimitar territorios.

No te olvides que
El gran hermano te vigila!
A no caer en el crimental!

/Anna/

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